jueves, 15 de enero de 2009

Se dirigiò hasta la puerta del restaurante y la mantuvo abierta con gesto obstinado. Evidentemente no habìa discusiòn posible. Pasè por su lado y entrè con un suspiro de resignaciòn. Era temporada baja para el turismo en Port Angeles, por lo que el restaurante no estaba lleno. Comprendì el brillo de los ojos de nuestra anfitriona mientras evaluaba a Edward. Le diò la bienvenida con un poco màs de entusiasmo del nesesario. Me soprendiò lo mucho que me molestò. Me sacaba varios centìmetros y era rubia.
- ¿Tienes una mesa para dos?- preguntò Edward con voz tentadora lo pretendiese o no.
Vi como los ojos de la rubia se posaban en mì y los desviaba, satisfecha de mi evidente normalidad y la falta de contacto entra Edward y yo.
(...)
-¿Tiene, tal vez, algo mas privado?- insistiò con voz suave a la anfitriona.
(...)
Se alejò caminando con paso vacilante.
- De veras no deberías hacerle eso a la gente- le critiquè.- Es muy poco cortès.
-¿Hacer què?
- Deslumbrarla...Probablemente, ahora esta en la cocina hiperventilando.
Pareciò confuso.
- Oh- le dije un poco dubitativa-. Tienes que saber el efecto que produces en los demàs.
Ladeò con la cabeza con los ojos llenos de curiosidad.
-¿Los deslumbro?
-¿No te has dado cuenta?¿Crees que todos te ceden con tanta facilidad?
Ignorò mis preguntas .
- ¿Te deslumbro a tì?
-Con frecuencia- admitì.


AAAAAAAAAAAW DIOS, SISI SABELO LA DESLUMBRAS A ELLA A MI, A TODAS AJAJA

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